En los húmedos y verdes bosques del fin del mundo, en lo alto de los árboles, crece un tesoro de la naturaleza único en su especie, que durante muchos años ha sido una fuente de alimento para aquellas comunidades indígenas de la zona.
Cada año, durante las frías mañanas de primavera, gente de la tierra, abandona sus hogares para ir en busca del Digüeñe.
Sus capacidades anticancerígenas y antioxidantes hacen de ese hongo un perfecto y delicado alimento para su consumo.
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